Geografía

En este apartado de nuestro trabajo gira entorno a uno de los aspectos más importantes para conocer de un modo correcto el funcionamiento una sociedad independientemente de la época en la que se desarrolla.

La geografía es la ciencia que estudia la descripción y la representación de la Tierra o de una determinada zona del globo terráqueo. Ésta trata temas como el clima, el suelo, la altura del lugar, y otros parámetros que a priori pueden parecer de poca importancia pero que estudiados a fondo muestran su verdadera repercusión en el devenir de una población. Pompeya es una ciudad situada en la zona meridional de la península Itálica más concretamente en la región de la Campania. La urbe limita al oeste con la bahía de Nápoles bañada por las aguas del mar mediterráneo.

Las coordenadas geográficas de la ciudad que los romanos bautizaron como Veneria Cornelia Pompeyarum son 40º 44’ 58’ N, 14º 29’ 12’ E.

El clima predominante en esta zona es el clima mediterráneo, caracterizado por estar enmarcado dentro de los climas templados y contar con unas temperaturas que no se sumergen normalmente por debajo de los 0ºC, existe una variación respecto a las estaciones del año pero aún así el clima es fantástico. En las etapas de mayor calor (Verano) las temperaturas rondan unas cifras superiores  a los 22ºC. Las lluvias no resultan muy abundantes aunque hay zonas de mayor precipitaciones.

Como se puede observar este clima favorece una vida plácida y tranquila, aplicado a la vida pompeyana podemos decir que los habitantes vivían en una zona con unas excelentes condiciones climatológicas que favorecían la plantación de cultivos mediterráneos como el olivo, la vid o el trigo que fueron extremadamente importantes para el desarrollo de la ciudad.

La situación del terreno destaca por la presencia del monte Vesubio que es en realidad un volcán, la antigua ciudad se situaba al sureste del mismo a unos 11km de distancia, provocando que en la zona se encuentre superficie favorable para el desarrollo de la tierra ya que la hace más fértil gracias a la actividad volcánica. Aunque el volcán más conocido de esta área sea el Vesubio no podemos olvidar que el vulcanismo está presente por toda la fachada marítima de la Campania.


El monte Vesubio (Mons Vesuvius, en latín) se alza al sur de la principal cadena de los Apeninos. Se formó a consecuencia del choque entre dos placas tectónicas la africana y la euroasiática. El Vesubio está formado por dos volcanes: el Vesubio en sí que es encuentra encajado sobre otro más antiguo denominado la Somma. Ambas formaciones se encuentran separadas por una depresión al norte (valle del Gigante) y por un valle situado al este (valle Dell ‘Inferno).
La altura del cono principal ha cambiado constantemente por las erupciones,

pero es 1281m en la actualidad. El Monte Somma sobre el que se sostiene tiene una altura de 1.149m cabe destacar que las laderas están marcadas por los flujos de lava y que esta zona está llena de vegetación con matorrales y bosques en la zona alta y viñedos en la zona baja.



Hoy día es el único volcán activo de toda Europa Continental y su última erupción tuvo lugar el 4 de abril de 1944 (hace 70 años aproximadamente).




Actualmente los volcanes de la zona llevan años durmiendo plácidamente. Pero los expertos advierten que, el día menos pensado, el Etna y el Vesubio se despertarán de su larga siesta y sus gargantas comenzarán a escupir fuego. El problema es que los pies de esos dos volcanes italianos, en una zona considerada de altísimo riesgo, vive casi un millón de personas, a las que una eventual erupción les podría costar la vida.
Cada año que pasa –según los expertos- las probabilidades de un nuevo fenómeno de estas características aumentan, pues la media desde el siglo XVII es de una vez cada 28 años.
Se estima que en la llamada ‘zona roja’ del Vesubio (situada a 9 kilómetros de Nápoles) viven unas 600.000 personas. En teoría, y por motivos de seguridad, desde hace años está estrictamente prohibido edificar junto al Etna o el Vesubio. Sin embargo, miles y miles de personas tienen su casa junto a ellos, en lo que supone un claro desafío a la ley y, sobre todo, a la naturaleza.
Cada año se construyen nuevas viviendas ilegales en esas peligrosas localizaciones. Hay que hacer mención a un estudio realizado en 2007 por investigadores italianos que muestra que en caso de que el Vesubio experimentase una erupción similar a la que registró en el año 79 de nuestra era, cuando sepultó bajos sus cenizas las ciudades de Pompeya y Herculano, alrededor de 300.000 personas podrían perder la vida.
Para tratar de evitar una tragedia anunciada, las autoridades italianas han puesto en marcha distintas iniciativas, entre ellos un plan de evacuación. En Nápoles, por ejemplo, el Ayuntamiento ofrece desde 2003 un total de 30.000 euros a los residentes en la ‘zona roja’ para que abandonen sus casas y se trasladen a otra parte más segura pero la gente no se quiere marchar, poniendo en riesgo sus propias vidas. Además, las autoridades regionales han llegado a un acuerdo con los responsables del parque Nacional del Vesubio para aprobar, cada seis meses, un programa de demolición de casas ilegales. Sin embargo, no parece fácil que el problema se llegue a resolver.

Aquí podemos ver la actividad volcánica de la bahía de Nápoles
La gran erupción tuvo lugar el 24 de agosto y consumió la vida de más de 25.000 personas que habitaban Pompeya por aquel entonces, esta erupción no solo afecto a Pompeya sino que también dejo sepultadas bajo la ceniza las ciudades de Herculano y Oplontis.

dirección de la erupción del 79 D.C.
La historia de este hecho comienza como un día tranquilo donde a partir de las 10:00 comienzan a aparecer leves temblores del terreno, ninguno de los ciudadanos pone especial importancia en estos acontecimientos, pues están acostumbrados a cierta actividad sísmica en la zona. A medida que avanza el día los movimientos se hacen cada vez más regulares y fuertes. Sobre las 13:00 de la tarde el volcán despertó tras más de 1500 años de recalentamiento interno provocando una columna de ceniza que llegó a alcanzar una altura de unos 15km, a partir de este momento la población pompeyana comienza a sentir incertidumbre y a estar nerviosa.
La columna era visible desde Miseno ciudad al suroeste del Vesubio, allí se encontraba Plinio el viejo, un militar del imperio romano dedicado con gran pasión a los fenómenos de la naturaleza, atónito a los acontecimientos decide poner rumbo a Pompeya para escribir sobre lo que ve. Su sobrino, Plinio el joven, decide no marchar en la expedición, hecho que permitirá la documentación del suceso a posteriori.
El viento conduce ese día la columna de ceniza directamente hacia Pompeya provocando la oscuridad total sobre la ciudad a las 13:30 de la tarde y comienzan a caer sobre la urbe piedra pómez a unos velocidades cercanas a 200km/h haciendo que miles de personas huyan de la localidad, dándose el caso de esclavos que desertaban ante sus amos por temor a sus vidas.
El peso de estas piedras comienza a producir el hundimiento de los tejados y la población tan sólo puede rezar a sus dioses que les salven pero no parecen estar por la labor en esta ocasión de satisfacer sus peticiones.
Alrededor de las 17:00 comienza la expedición de Plinio el viejo hacia Pompeya para conocer la situación y ayudar a las personas que solicitan ayuda para salvar sus vidas.
Sobre la 01:00 de la madrugada tiene lugar una explosión que supone la expulsión de flujo piroclástico que se dirige directamente hacia la ciudad de Herculano. Esta avalancha de ceniza y roca fundida incinera todo a su paso poniendo fin a la ciudad.
La población no se quemó sino que se carbonizó, el choque térmico provocó la evaporación de los tejidos de los cuerpos humanos. Tras este hecho esta localidad queda sepultada bajo 25 metros de ceniza.
A las 06:00 de la mañana Pompeya roza una expulsión de flujo piroclástico pero se salva asombrosamente, por otra parte este hecho envía a la ciudad gas tóxico (dióxido de carbono) la gente moría por la inhalación de gas, golpes de rocas que caían e incluso por suicidios.
Poco más tarde un nuevo flojo a una velocidad de 100km/h alcanza a Pompeya en pocos minutos sepultando la ciudad bajo ceniza y acabando con la vida de miles de personas.
De poco sirvió huir en aquel momento pues la bahía de Nápoles vivió un autentico apocalipsis.
Plinio el viejo murió por los gases que aspira durante su expedición, así que será su sobrino la persona que cuente de primera mano en sus escritos lo sucedido en la región de la Campania.


La erupción del Vesubio en el año 79 a.C. creó el infierno en la tierra para Pompeya y la vecina localidad costera de Herculano. De los habitantes de ésta solo quedaron algunos huesos. Un flujo volcánico a 400 grados arrasó con todo. Pero en Pompeya el menor calor generó costras de ceniza volcánica en torno a los retorcidos cuerpos de sus habitantes. En el siglo XIX, los arqueólogos inyectaron escayola en el vacío que dejó la muerte para crear moldes humanos. Hoy día existe una exposición que muestra varias copias de los originales napolitanos.
resulta curioso y escalofriante las imágenes de esas figuras.

numerosas figuras de los cuerpos de los habitantes de Pompeya.
Figura de uno de los cuerpos, imágen principal de este Blog.
Excavaciones que dieron paso al descubrimiento de los cuerpos.

La carta de Plinio el joven es la siguiente (copiada integrada de la traducción al español):

 PLINIO a su querido Tácito, salud

Pides que te escriba la muerte de mi tío para poder transmitirla a la posteridad con más veracidad. Te doy las gracias, pues veo que a su muerte, si es celebrada por ti, se le ha planteado una gloria inmortal.

En efecto, aunque murió en la destrucción de unas hermosísimas tierras, destinado en cierto modo a vivir siempre, como corresponde a los pueblos y ciudades de memorable suerte, aunque él mismo redactó obras numerosas y duraderas, sin embargo la inmortalidad de tus escritos incrementará mucho su permanencia.

En verdad considero dichosos a quienes les ha sido dado  por obsequio de los dioses o hacer cosas dignas de ser escritas o escribir cosas dignas de ser leídas, pero considero los más dichosos a quienes se les ha dado ambas cosas. En el número de éstos estará mi tío, tanto por sus libros como por los tuyos. Por eso con mucho gusto asumo, incluso reivindico, lo que propones.

Estaba en Miseno y presidía el mando de la flota. El día 24 de agosto en torno a las 13 horas mi madre le indica que se divisa una nube de un tamaño y una forma inusual..

Él, tras haber disfrutado del sol,  y luego de un baño frío, había tomado un bocado tumbado y ahora trabajaba; pide las sandalias, sube a un lugar desde el que podía contemplar mejor aquel fenómeno. Una nube (no estaba claro de qué monte venía según se la veía de lejos; sólo luego se supo que había sido del Vesubio) estaba surgiendo. No se parecía por su forma a ningún otro árbol que no fuera un pino.

Pues extendiéndose de abajo arriba en forma de tronco, por decirlo así, de forma muy alargada, se dispersaba en algunas ramas, según creo, porque reavivada por un soplo reciente, al disminuir éste luego,  se disipaba a todo lo ancho, abandonada o más bien vencida por su peso; unas veces tenía un color blanco brillante, otras sucio y con manchas, como si hubiera llevado hasta el cielo tierra o ceniza.

Le pareció que debía ser examinado en mayor medida y más cerca, como corresponde a un hombre muy erudito. Ordena que se prepare una libúrnica1; me da la posibilidad de acompañarle, si quería; le respondí que yo prefería estudiar, y casualmente él mismo me había puesto algo para escribir.

Salía de casa; recibe un mensaje de Rectina, la esposa de Tasco, asustada por el amenazante peligro (pues su villa estaba bajo el Vesubio, y no había salida alguna excepto por barcos): rogaba que la salvara de tan gran apuro.

Cambia de plan y lo que había empezado con ánimo científico lo afronta con el mayor empeño.  Sacó unas barcas con cuatro filas de remos y embarcó dispuesto a ayudar no sólo a Rectina, sino también a muchos (pues lo agradable de la costa la había llenado de bañistas).

Se apresura a dirigirse a la parte de donde los demás huyen y mantiene el rumbo fijo y el timón hacia el peligro, estando sólo él libre de temor, de forma que fue dictando a su secretario y tomando notas de todas las características de aquel acontecimiento y todas sus formas según las había visto por sus propios ojos.

Ya caía ceniza en las naves, cuanto más se acercaban, más caliente y más densa; ya hasta piedras pómez y negras,  quemadas y rotas por el fuego; ya un repentino bajo fondo y la playa inaccesible por el desplome del monte. Habiendo vacilado un poco sobre si debía girar hacia atrás, luego al piloto, que advertía que se hiciera así, le dice: «La fortuna ayuda a los valerosos: dirígete a casa de Pomponiani».

Se encontraba en Estabias apartado del centro del golfo (pues poco a poco el mar se adentra en la costa curvada y redondeada2) Allí aunque el peligro no era próximo pero sí evidente y al arreciar la erupción muy cercana, había llevado equipajes a las naves, seguro de escapar si se aplacaba el viento que venía de frente y por el que era llevado de forma favorable mi tío. Él abraza, consuela y anima al asustado Pomponio. y para mitigar con su seguridad el temor de aquél, le ordena proporcionarle un baño;  después del aseo, se reclina3 junto a la mesa, cena realmente alegre o (lo que es igualmente grande) simulando estar alegre.

Entre tanto desde el monte Vesubio por muchos lugares resplandecían llamaradas anchísimas y elevadas deflagraciones, cuyo resplandor y luminosidad se acentuaba por las tinieblas de la noche. Mi tío, para remedio del miedo,  insistía en decir que debido a la agitación de los campesinos, se habían dejado los fuegos y las villas desiertas ardían sin vigilancia. Después se echó a reposar y reposó en verdad con un profundísimo sueño, pues su respiración, que era bastante pesada y ruidosa debido a su corpulencia, era oída por los que se encontraban ante su puerta.

Pero el patio desde el que se accedía a  la estancia, colmado ya de una mezcla de ceniza y piedra pómez  se había elevado de tal modo que, si se permanecía más tiempo en la habitación, se impediría la salida. Una vez despertado, sale y se reúne con Pomponiano y los demás que habían permanecido alertas.

Deliberan en común si se quedan en la casa o se van a donde sea al campo. Pues los aposentos oscilaban con frecuentes y amplios temblores y parecía que sacados de sus cimientos iban y volvían unas veces a un lado y otras a otro.

A la intemperie de nuevo se temía la caída de piedras pómez a pesar de ser ligeras y carcomidas, pero se escogió esta opción comparando peligros; y en el caso de mi tío, una reflexión se impuso a otra reflexión, en el de los demás, un temor a otro temor. Atan con vendas almohadas colocadas sobre sus espaldas: Esto fue la protección contra la caída de piedras.

Ya era de día en otros sitios y allí había una noche más negra y más espesa que todas las noches. Sin embargo muchas teas y variadas luminarias la aliviaban. Se decidió dirigirse hacia la playa y examinar desde cerca qué posibilidad ofrecería ya el mar; pero éste permanecía aún inaccesible y adverso.

Allí echado sobre una sábana extendida pidió una y otra vez agua fría y la apuró. Luego las llamas y el olor a azufre, indicio de las llamas,  ponen en fuga a los demás. a él lo alertan.

Apoyándose en dos esclavos se levantó e inmediatamente se desplomó, según yo supongo, al quedar obstruida la respiración por la mayor densidad del humo, y al cerrársele el esófago, que por naturaleza tenía débil y estrecho y frecuentemente le producía ardores.

Cuando volvió la luz (era el tercer día, contando desde el que había visto por última vez) se halló su cuerpo intacto, sin heridas y cubierto tal y como se había vestido. El aspecto era más parecido a una persona dormida que a un cadáver.

Entre tanto en Miseno mi madre y yo ... pero esto no importa a la historia, ni tú quisiste saber otra cosa que su final. Por tanto termino.

Únicamente añadiré que he narrado todo en lo que yo había estado presente y lo que había oído inmediatamente, cuando se recuerda la verdad en mayor medida. Tú seleccionarás lo más importante; de hecho, una cosa es escribir una carta y otra escribir historia, una cosa es escribir a un amigo y otra a todos. Adiós.

Las erupciones del volcán han sido varias, ha tenido 8 grandes erupciones, incluyendo la del año 79. Hace unos 3.780 años, una erupción tomó a los residentes de las áreas circundantes por sorpresa, y fue lo suficientemente potente como para hacer que el área circundante (miles de kilómetros de ella) se convirtieran en desierto durante más de 200 años. Inmediatamente después de la erupción, en el año 79 d.C., el volcán entró en erupción aproximadamente cada 100 años hasta 1037, momento en el que se detuvo temporalmente. Este largo período de tranquilidad provocó una erupción en 1631 que mató a 4.000 personas en la zona. Más recientemente, el Vesubio entró en erupción el 7 de abril de 1906, la erupción expulsó la mayor cantidad de lava registrada de este volcán. Esta erupción mató a 100 personas y cambió por completo los planes para los Juegos Olímpicos del Verano de 1908. La última gran erupción ocurrió el 18 de marzo de 1944, y destruyó varios pueblos cercanos, matando a 26 personas.



Las excavaciones de Carlos III fueron un hecho bastante importante para el descubrimiento del patrimonio de la zona. Inicialmente los excavadores se sintieron decepcionados, ya no encontraban las esculturas de alto valor que deseaba el rey. Durante dos años se exploraron dos zonas opuestas de la ciudad, el anfiteatro y la vía de los Sepulcros. Tras una pausa, en el año 1755 se reanudaron los trabajos, bajo la dirección de Alcubierre. Fueron numeros los hallazgos: la villa de Cicerón, la finca de Julia Félix, más tarde el teatro Grande, el odeón, la villa de Diomedes y el templo de Isis. La expectación por los descubrimientos se extendió por toda Europa, y muchos estudiosos, y  simples curiosos, empezaron a ir a los yacimientos para observar los edificios desenterrados, las estatuas y los primeros frescos que quedaban a la vista. El templo de Isis será centro de especial interés; era el primer espacio sacro que se excavaba en Pompeya, el mejor conservado y, sobre todo, el primer santuario egipcio que podían ver con sus propios ojos los europeos, pues el viaje al país de los faraones no era factible en aquella época.
El trabajo de Alcubierre y su equipo fue objeto de fuertes críticas. El alemán Winckelmann, escribió en 1762: "La incompetencia de este hombre, que ha tenido tanto contacto con la Antigüedad como las gambas con la Luna, ha provocado la pérdida de muchas cosas hermosas". Se criticaba que la finalidad de las excavaciones que no era otra que la de encontrar objetos de valor, que embelleciesen el palacio del rey, por lo que se desechaban otros objetos que se considerasen de interés nulo.
Las exploraciones empezadas por Alcubierre permitieron entender que Pompeya ofrecía una oportunidad única de recuperar una ciudad romana completa y de entrar en contacto con la vida cotidiana de los antiguos romanos, de los que se habían conservado sus alimentos carbonizados, sus muebles, sus vestidos y hasta las huellas de sus carros.
Francesco La Vega, se hará cargo de las excavaciones en 1780 y tomará una serie de medidas que buscaban lograr una mejor planificación y coherencia de los trabajos. También se preocupó por conservar adecuadamente lo ya desenterrado. Por ejemplo, hizo techar las construcciones para que las pinturas y otras antigüedades pudieran conservarse in situ y también ordenó reponer algunos monumentos que habían sido trasladados al museo de la localidad de Portici. Más tarde las excavaciones serían continuadas por los franceses. 

Un libro para leer acerca de este tema puede ser: Carlos III y el descubrimiento de Herculano, Pompeya y Estabia 

Autor: FERNÁNDEZ MURGA, Félix

libro donde podemos conocer más acerca de las excavaciones.







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